SOBRE LOS CONFUSOS TIEMPOS QUE ESTAMOS VIVIENDO
Estoy mirado por el
rabillo del ojo el sainete de Dani Alves en el banquillo y estoy entre la
compasión, el menosprecio y la burla, creo que un poco más de burla que de
compasión, sobre todo, debido, a que hay que ser muy gilipollas para que un
hombre como él esté en la situación en la que está. Y esto me mueve a algunas
reflexiones.
Vengo de un tiempo que
según la expresión popular “las mujeres follaban cuando querían -y querían
poco, ya que la virginidad hasta la boda no era una excepción, era la regla,
más o menos-, y los hombres follaban cuando podían, que, en general, podían muy
poco.
Y a lo largo de mi vida
hemos llegado a que ahora todo/as quieren follar, y todo/as pueden. Y todo/as
lo hacen. Como he tenido alguna afición al tema, muchas veces pienso que no
hubiese estado mal nacer cincuenta años después, pero no ha sido así. De manera
que con una expresión de mi tiempo ajo y agua, y a soñar con lo que hubiese
podido ser y no fue. Los juegos de la vida.
La verdad es que no
puedo presentar queja ninguna por mi vida amorosa. Ha sido afortunada, viajera,
larga, sexual, apasionada y muy entretenida. A estas alturas de mi vida, lejos
ya del mercado de la carne, solo puede mirar para atrás y dar las gracias a
todas las mujeres que me amaron. Y pedir humildemente perdón a las que lastimé
en sus sentimientos, a las que no pude amar como ellas me amaron. Y decirles
que todas ellas eran mucho mejores que yo. Todas. Y que no haber compartido mi vida fue una fortuna para cada una de ellas, no he sido el mejor marido posible.
Y a todas ellas mi agradecimiento y mi recuerdo, me dieron mucho más de lo que
yo les dí y mucho más de lo que yo merecía.
Y a las dos mujeres a
las que amé y con las que compartí mi vida, les dí todo lo que soy sin ninguna
reserva y todo de ellas recibí en la misma sin medida. No puedo quejarme de las
desilusiones y de los dolores recibidos, yo también los dí. Aunque no soporté la mentira. No tengo nada que
reclamar y no tengo nada que reprochar, amé y me amaron, hice sufrir y me
hicieron sufrir, total, simplemente ha sido vivir, solamente intentar vivir plenamente.
Y mereció la pena.
Pero como soy
aficionado a los pensamientos ingeniosos y a las frases malvadas, tengo de mi
época el recuerdo de una frase que decía que el polvo más caro del mundo es con
la propia, calculas el costo del total de la vida, lo divides por el número de
polvos, y el cociente es aterrador. Y el polvo más barato del mundo es el que
pagas, te duchas y te vas. Tampoco tengo mucha experiencia en ello, nunca me
gustó el amor mercenario.
Insisto que no es mi
caso, pero la verdad es que me hace mucha gracia la malicia que contiene. Pero
estos cálculos han saltado por los aires en los tiempos actuales. Y a mí me
sigue sorprendiendo como las mujeres pueden tener hijos en relaciones casuales
y de pronto se destrozan la vida con una maternidad en solitario. Muchas dicen
que les compensa pero criar un hijo en el mundo actual sin los dos modelos
padre-madre me parece una apuesta muy arriesgada, basta ver las familias
monoparentales en USA donde el modelo masculino los niños lo toman de la calle,
de las pandillas criminales donde encuentra el ejemplo de hombre que no tienen
en casa. Esos polvos son sin precio para una de las partes, pero carísimos para
la otra parte. En fin, ese es otro tema.
Volviendo al objetivo
de estas reflexiones, en esto tiempos donde todo el mundo folla
desenfrenadamente con todo el mundo, con unos niveles de libertad sexual como
el mundo jamás había conocido, resulta que el laureado jugador de futbol Dani
Alves decide pagar el precio más alto del mundo por un polvo. No se le ocurre
otra cosa que cometer -se está juzgando en estos momentos, de modo que
presuntamente- una violación penada con nueve años de cárcel. De modo que ha
jodido su vida, su matrimonio, su fama, su reputación, el amor de sus hijos,
muchísimo dinero, pero muchísimo, etc. etc., por un polvo.
Los jugadores de
futbol, los cantantes, y en general todos los hombre famosos sufren un tremendo
acoso por parte del mundo femenino como los tiempos nunca contemplaron. Tengo
el recuerdo de este acoso hace muchísimos años donde percibí con claridad lo
que se nos venía encima.
Situación. Madrid. Túnel
entre el Parque del Retiro y, creo, la calle Serrano. El túnel vacío. Delante
de mí un chico alto y parece que agraciado camino del Retiro. Y de frente unas
treinta niñas con el uniforme del colegio sobre los catorce años. Lo que
pudieron decirle a aquel muchacho no está en los escritos, ¿quieres una esclava?
Te voy a comer esto, y lo otro, y yo te hago, y yo te chupo etc. etc., no me lo
podía creer, aquella agresividad sexual grupal enloquecida, el chico contra la
pared y yo muerto de la risa, pensando, joder lo que se nos viene encima con la
nuevas generaciones. A lo largo de mi vida yo he formado parte de muchos grupos
de chicos, jamás había visto nada así.
Bueno, pues con este
clima sexual donde las groupies se meten en la cama desnudas en un hotel
esperando que llegue el famoso, que seguramente las echará a patadas, horas
bajo la lluvia para ver o tocar un instante a un famoso, o a un cantante o a un
jugador de futbol, es justo donde un
tipo como Dani Alves, joven, futbolista y millonario, casado con una de las mujeres más bellas del mundo se
juega la vida por un mal polvo sobre una taza de retrete. ¿Alguien lo puede
entender?
¿Alguien puede entender
lo de la manada en Pamplona? Chicos jóvenes y bien parecidos sin ningún problema para una
vida sexual que deciden follarse entre cinco a una mujer joven que estaba
borracha y lo pagan con su vida completa? Y tantos y tantos gilipollas en esa
misma situación. Yo, desde luego no lo puedo entender.
¿Dónde está la raíz de
esta locura? Tengo escritas en mi obra algunas páginas al respecto, pero por
simplificar yo apuntaría a la baja capacidad de frustración de los niños en las
sociedades modernas, alguien ha dicho que la primera vez que un niño/a oye la
palabra no es la escuela. Creen que en la vida, como en su casa, todo les
pertenece y todo se le consiente, que puede vivir y actuar sin límites. Y luego
en la vida chocan frontalmente con la realidad como el bulling y como ese tonto de Daniel Sancho
que va a Tailandia a cometer un asesinato, presuntamente.
Pero para que nadie me tache de insensible con ese pobre chico me explicaré. Cometer un asesinato -presunto- en un país con pena de muerte, en un idioma que no entiende, con un sistema carcelario que no es precisamente el resort turístico al que está acostumbrado, esperar a que la Policía le encuentre en un país donde un europeo destaca como un oso en una discoteca y mil ojos le vigilan, explicar paso por paso a la policía lo que había pasado y donde está el cuerpo desmembrado, en un absurdo compadreo con quién solo te quiere condenar, como para demostrar que no es un mentiroso, por el contrario que es un buen chico sincero que ha cometido una equivocación, lo que de niño le servía para las galletas desaparecidas con mamá, pero difícilmente será estimado en una investigación judicial, sin medios para armar su defensa, al socaire del sacrificio de los padres a los que joderá la vida en gastos judiciales astronómicos imposibles y a doce mil kilómetros de distancia, que es justo la distancia a la que están sus padres para poder llevarle todos los días la merienda a la cárcel, me parece a mí que no pasará al listado infame de los crímenes perfectos.
El porno a edades
tempranas produce malformaciones tremendas, ya que todas las pelis porno
comienzan con la resistencia de la mujer a la que prácticamente se la viola,
pero al final colabora y todos se lo pasan estupendamente, de forma que la
resistencia en la mujer es simplemente un juego pero que lo que en el fondo
desea es que la violen aunque esté diciendo que no. Consecuentemente piensan
que pueden forzar a una mujer y que eso es lo normal, que finalmente la mujer
disfrutará y quedará satisfecha y agradecida. La
mujer como cosa, como objeto de usar, violentar y tirar, con la misma
importancia subjetiva para estos desventurados como las muñecas sexuales.
Y luego, creo que tal
vez lo más importante, es un impulso biológico tremendo de violencia en los
machos de las especies, -la búsqueda de un sitio en la trasmisión sexual es
tremendamente competitiva y cargada a veces de violencia con las hembras y con
otros machos- y en los hombres, especialmente, es ese pensamiento de posesión, de
propia importancia y orgullo que para muchos es el centro de su vida, y que les
puede llevar sin dudar a matar o a morir: yo tomo de la realidad lo que quiero
y no hay una mujer que a mí me diga que no, por las buenas o por las malas.
Creo que por esos equivocados y malsanos escenarios nos estamos moviendo
actualmente.
Pero si quiere Vd.
educar a un delincuente en casa el Juez de Menores Emilio Calatayud le da las
instrucciones perfectas. Solo tiene que seguirlas:
Decálogo para formar a tu hijo como un delincuente
1. Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que
pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
2. No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que
alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
3. Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará
a hacer cosas más graciosas.
4. No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle
complejos de culpabilidad.
5. Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos,
ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los
demás.
6. Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus
platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene
de basura.
7. Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le
dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede
destrozada para siempre.
8. Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar
que para disponer del mismo es necesario trabajar.
9. Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y
placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
10.Póngase de su parte en
cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos
ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.
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