Acabo de ver la temporada
completa de Morning show, con dos magníficas interpretaciones femeninas,
Jennifer Anniston y Reese Witherspoon, y tengo
que reconocer que como en casi todas las nuevas series americanas cuando los
grandes del cine están apostando por las series, los resultados resultan
deslumbrantes. Tengo para mí que al cine, al modo clásico de ver cine en salas,
ya solo van los adolescentes. Mayoritariamente, se entiende, dentro de su
proceso de relación y socialización, pero me pierdo, no es de eso de lo que
quiero hablar.
La serie es estupenda pero quiero hablar del argumento. Y, o bien no lo
he entendido muy bien o bien es una gilipollez de tamaño descomunal. Pienso que
solo se justifica el argumento dentro de la histeria colectiva por la que de
vez en cuando apuesta la sociedad norteamericana. Todavía recuerdo mucho de
aquellos gordos, pero gordos, haciendo jogging cuando se puso de moda, sin
preparación física ninguna que se pusieran a correr y los infartos que costó la
broma.
Tal me parece que está pasando con el tema del Me too. Me parece que el
movimiento ha devenido en histerismo en buena parte impulsado por algunos
movimientos de feminismo radical que parecen odiar a los hombres y a las
relaciones sexuales heterosexuales, los que algunos denominan feminazismo.
Seguro que con esta afirmación me he ganado un montón de amigas. En mi trabajo
Humanitas et Humanitas, soy bastante más duro.
Pero como dada mi edad estoy fuera del mercado de la carne y algo he
aprendido sobre el tema al que como casi todos los hombres, le he dedicado
mucho tiempo y mucho esfuerzo, vamos a ponerle un poco de sentido común y
bastante de sentido del humor para evitar entrar en polémicas absurdas. Yo
pertenezco a una época y un país, España, donde era cierto que las mujeres
follaban cuando querían y los hombres solo cuando podían.
Pero como he sido un viajero curioso desde muy joven, tengo asumido que
esto era una regla general en todas las culturas occidentales, hasta la
irrupción de la cultura hippy en la década de los 60. Fue un soplo de libertad,
de tolerancia, en todas aquellas sociedades cerradas sexualmente que eran todas, pero todas, a mí me cogió con la mejor
edad, sin cumplir los veinte, un diálogo social nuevo sobre la sexualidad,
perdido al menos desde la Roma clásica. Durante casi dos mil años parecía que
el único pecado importante, casi único, que se perseguía era todo lo
relacionado con el sexo cuando es tal vez el más inocente de todas las
actividades humanas, hasta esta nueva demonización actual del sexo del Me too.
Nada sobre el orgullo, la prepotencia, la avaricia, los tantos pecados del
alma, solo era pecado el sexo, justo lo más inocente y gratificante cuando es
consentido.
E irrumpe en la cultura “El segundo sexo de Simone de Beauvoir”, el
informe Hite, el informe Kinsey, de pronto el hablar y publicar y divulgar del sexo no era tabú y un
aire de libertad y de normalidad recorrió el mundo. ¿Os acordáis de Hair, o de
Oh, Calcuta, lo que aquello supuso para la normalización del tema sexual en el
mundo? La revolución de las flores, el fuera sujetadores, ¡gloriaaaa,
gloriaaaa!, la píldora anticonceptiva, la penicilina que tanta libertad sexual nos dio hasta el VIH-SIDA.
Me tocó aquella revolución y me encantó. Y hemos llegado en estos
tiempos a que la frase sea “hoy todos quieren follar y todos pueden”, y hemos
llegado a la banalización del sexo, a la animalización, "Nada desmotiva más que el hartazgo", a perder su sorpresa,
su misterio, las delicadezas de esa gloriosa intimidad, a que se pierda la
poesía del mayor acto de intimidad humana, a que El cantar de los cantares ya
no signifique nada y esto tampoco me gusta, soy más de “Noche de amor, noche
misteriosa, ven hacia mí, sombra de mujer….”, aunque esos aquí te pillo, aquí
te mato, algunas veces, tienen su aquello, esa exigente locura repentina, como
si no hubiese un mañana. Vaya, me pierdo en mi memoria, cosas de la vejez.
No quiero en este tema que haya ninguna duda. Máxima severidad con los
delincuentes sexuales, con los violadores, con los violentos con las mujeres,
con los sádicos, con los pederastas, con los sucios, con los pervertidos, con
todos aquellos que envilecen tal vez el más bello sueño de la Humanidad, la
sexualidad humana.
Son delincuentes que en mi opinión tienen muy pocas
posibilidades de rehabilitación, de forma que cualquier medida que se tome en
su contra, incluida la castración química, o incluso la física, o la prisión a
perpetuidad no la vería mal, por supuesto con todas las garantías procesales y
psicológicas que sean necesarias para no caer en el extremo opuesto. Pero la violencia
contra las mujeres tiene que ser erradicada al precio que sea, esta plaga
universal, que está en todas las clases sociales, en todos los niveles
educativos, en todas las sociedades humanas. Es sencillamente nauseabundo a estas alturas que sigamos con esta dialéctica de garras y colmillos, de dominaciones y violencias.
Pero volvamos al argumento del Morning show. Trata de un famoso
presentador de televisión bastante aficionado al sexo –tampoco nada del otro
mundo, dos o tres conquistas señaladas-, un picaflor que se folla casi todo lo
que se mueve por el estudio, insisto poquito, y como es la estrella del
espectáculo todos miran para otro lado hasta que estalla el escándalo y de
pronto a todos se les despierta la conciencia de que han mirado para otro lado
cuando el tal presentador conquistaba distinta camas. Joder, ¿no hemos visto
eso mismo a lo largo de nuestras vidas? ¿Existe alguna razón para meternos en vidas ajenas? ¿Acaso alguien sabe algo de como se forman las parejas? ¿Las intenciones de las partes?
Biológicamente parece que los hombres estamos condicionados a intentarlo
y biológicamente parece que las mujeres están condicionadas a resistirse, ya
que en el juego sexual las mujeres adquieren compromisos de distinto peso, de
mucha mayor responsabilidad, tanto física como emocional, como posibles embarazos embarazosos, que los hombres. “Las
mujeres para el sexo necesitan una razón, los hombres solo un lugar. Billy Crystal”.
A lo largo de mi vida he visto muchas veces que cuando el hombre insiste y la
mujer resiste el tema termina en boda.
Personalmente he sido afortunado, he sido muy poco insistente, siempre
he pensado que en el inicio de una relación amorosa el camino a recorrer era
por las dos partes, de manera que cuando mis jugadas de apertura no eran
correspondidas me daba la vuelta sin ningún esfuerzo. Pienso que tal vez sea orgullo,
tal vez un concepto de mí mismo, de mi dignidad, demasiado elevado, tal vez demasiado
intelectualizado, tal vez pasiones más dominadas, en fin, sea por lo que sea,
el rechazo me provoca rechazo a mi vez, de manera que he podido aceptar un no
con facilidad, haya sido cual haya sido la situación.
Sin embargo entiendo que
hombres más primarios tengan puntos de no retorno, de manera que mi consejo a
las mujeres a las que tanto admiro es que no se coloquen en situaciones que no
puedan controlar. Un poco de prudencia seguramente les evitará problemas
graves, debajo de cada piel de cordero puede haber un lobo rabioso. Me viene a la memoria un chiste seguramente adecuado en este contexto. Visitaban el Zoo de Madrid un joven matrimonio y cuando llegan a la jaula del gorila, el marido percibe la inmediata reacción del gorila al ver una mujer atractiva. Y le dice a su mujer "Le has gustado al gorila. Vamos a divertirnos un poco. Ponte insinuante y provocativa". A la mujer le hace gracia la propuesta y comienza a hacer gestos sexuales y provocativos, se baja el escote, se levanta la falda, se mueve de forma muy erótica. El gorila se enciende como Times Square el día de Navidad, se coge a los barrotes de su jaula, los rompe y toma agresivamente a la mujer, que aterrorizada se vuelve a su marido y le dice "Pepe, ¿ahora que hago?. Y el marido le aconseja "No te preocupes, dile que te duele la cabeza".
Pero volvamos y no divaguemos. En la citada serie el tema por el que me
parece que el argumento es una estupidez es que el sexo del presentador con
empleadas, becarias, personal de oficina y “paseantas” ocasionales es
consentido, ninguna dice que no, a ninguna fuerza, a ninguna amenaza, a ninguna
promete nada. Es un hombre solo y libre. ¿Cuál es el problema entonces? Que el consentimiento es forzado
por auto intimidación: no se atreven a decirle no. Y eso a la larga les produce
un gran sufrimiento, un sufrimiento intolerable que tienen que denunciar como
abuso sexual y salir corriendo a la prensa y a una denuncia penal. Y, por supuesto, indemnizaciones.
¡Vaya
argumento! ¿Es que nos hemos vuelto locos? A mí lo que me ha parecido es que la
denuncia de ¿abuso sexual? es por
resentimiento, todas piensan en una aventura romántica, en un matrimonio
ventajoso, de un amor en el tiempo, de progreso profesional y el susodicho solo
buscaba exploración, sexo fácil y si te he visto no me acuerdo. En este juego
conviene recordar que “Muchos hombres utilizan el poder para tener sexo y
muchas mujeres utilizan el sexo para tener poder”.
Tengo para mí que tan afrodisíaco es el sexo para los hombres como el
poder para las mujeres. Y esto lo tenemos inscrito genéticamente, ya que en los
hombres descansa por imperativo genético la mayor reproducción posible y en las
mujeres recae la inmensa responsabilidad de garantizar la viabilidad de los
hijos, de forma que el poder en los machos, en toda la naturaleza, es un motivo
para la sexualidad de las hembras de primera magnitud ya que en el poder
descansa en buena parte la protección de las crías. El Poder es sobre todo seguridad. La Humanidad tendrá
porvenir mientras los hombres sigan “acosando” a las mujeres y éstas acepten
las proposiciones que les interese, y lo más importante, que lo que decidan sea
respetado. Y esa debe de ser una educación desde la infancia. La última palabra es de la mujer.
Bueno, pues con este argumento, termina cayendo el presidente de la
compañía, teóricamente una de las empresas más importantes de USA, una movidas
colosales de presentadores y personal, dimisiones a mansalva, ambiciones desatadas y escenas
dramáticas de reconocimientos de culpas por mirar para otro lado mientras el
presentador follaba con las unas y las otras e incluso un suicidio de una de las
seducidas. ¿Un suicidio por un polvo consentido? Sí, me contesto a mí mismo:
nos hemos vuelto locos. En nada de tiempo hemos vuelto al martirologio católico
de vírgenes y mártires, en las sociedades más permisivas sexualmente de la historia humana. ¿Nadie ve el contrasentido?
En mi obra utilizo una frase en el contexto de la prostitución y que voy a utilizar aquí de nuevo "Es preferible estar disponible de cuerpo que de alma, esa prostitución espiritual e intelectual que todos tanto practicamos" ¿Podremos algún día denunciar las violaciones que todos los días sufrimos por conservar un puesto de trabajo, por obtener un contrato, por poder pagar el colegio de nuestros hijos, por esa prostitución activa o pasiva que practicamos y sufrimos todos los días en estas sociedades terribles que todo nos exigen y tan poco podemos exigir? Tal vez algún día tengamos un Me too de la humillación social, de la muerte espiritual cachito a cachito, día tras día. Lo dudo.
Pero el Me too que tenemos es este actual y lo peor es que esa locura aceptada de frustradas que de pronto
recuerdan que hace 30 años tuvieron sexo con un tenor, con un director de cine,
con un financiero importante, todos triunfadores, los que tienen atención social –no con mecánicos, no con el
novio del Instituto, no con el baboso del primer polvo en el asiento trasero del
coche, ni con el que terminó siendo dependiente de la ferretería del pueblo, con estos no-,
solo se acuerdan de aquellos famosos cuya luz pueda iluminar en algo vidas absolutamente
insignificantes y olvidadas.
Sin embargo la realidad es otra muy distinta por lo que se ve en las
redes sociales y en los noticiarios. Hoy cualquier mindundi con un poco de fama, deportistas, cantantes,
directores de casting, ayudantes de cámara, etc., etc., etc., tienen que luchar
para detener al batallón de groupies y ambiciosas locas por meterse en cualquier
cama o en cualquier peli o en cualquier reality degradante. Y los chicos parecido. La fama y la pasta a cualquier
precio, por indigno que sea ese precio. Y eso con famosos de tercera fila. Con
los importantes ni te cuento.
Tres días y tres noches haciendo cola para ver de cerca a la estrellita
de turno. Solo tocarla es ya un orgasmo. Recuerdo a un imbécil colgado de la
ventanilla del vehículo de famoso al que éste le propino una sonada hostia para
descolgarlo del coche en marcha y el gilipollas loco de alegría se quedó gritando, ¡me ha pegado! ¡me ha pegado!
Tan feliz.
He leído una broma que me ha hecho mucha gracia y que tiene que ver con
el el juramento de fidelidad matrimonial que se hace en los votos. Y es que los
novios pactan esta fidelidad con excepciones. Te seré fiel mientras no me lo proponga
Brad Pitt para las mujeres o Angelina Jolie para los hombres, y así cinco o
seis nombres cada uno, de las inalcanzables, pero a saber, en ese improbable
caso tienen permiso concedido. Tiene gracia. Personalmente yo no me casaría, ya que está conmigo porque no puede vivir sus sueños.
Y dentro de este concepto
ampliándolo un poco, no entiendo mucho de hombres -hay que decirlo “porsi”- creo
que muy pocas mujeres dirían que no a Plácido Domingo, a Vargas Llosa, entre
los hispanos, al antes citado Brad Pitt o a George Clooney entre los
internacionales. A Silvio Berlusconi parece que no le decía no ninguna. A Weinstein muy pocas, pero dejó muchas facturas al cobro, era feo, pero feo y seboso. Follar con él era un precio demasiado alto. Pobrecito, todas le acusan pero ninguna devuelve el dinero que cobró en las películas ni renuncian a la carrera forjada follando con los unos y los otros. ¿Hablamos de las armas de mujer?
Y, además, las que dijeran que no a los bellos pasarían toda su vida arrepintiéndose, del mismo modo que el maricón que dijese no a Kevin Spacey, -tal vez el mejor actor de este siglo al que vamos a perder a lo tonto, no está el mundo para perder talento-, pasaría en resto de su vida como la Zarzamora llorando por las esquinas. Aunque solo sea para contarlo como Luís Miguel Dominguín y Ava Gardner en las noches locas de Madrid.
Y, además, las que dijeran que no a los bellos pasarían toda su vida arrepintiéndose, del mismo modo que el maricón que dijese no a Kevin Spacey, -tal vez el mejor actor de este siglo al que vamos a perder a lo tonto, no está el mundo para perder talento-, pasaría en resto de su vida como la Zarzamora llorando por las esquinas. Aunque solo sea para contarlo como Luís Miguel Dominguín y Ava Gardner en las noches locas de Madrid.
Y, lamentablemente, este es hoy el ambiente de la sociedad americana, la
sociedad más legalista y judicializada de la Historia de la Humanidad donde de
pronto las garantías procesales y legales desaparecen, sirve como única prueba
la acusación de parte sin contestación posible, el Tribunal sacrosanto es la
opinión pública, y antes de ninguna prueba legal delante del Tribunal
correspondiente, ya eres condenado y ajusticiado, actores que son despachados
sumariamente de series de éxito durante años, productores de cine arruinados
por acusaciones no juzgadas, tenores de máximo nivel a los que no se contratan y se les
expulsan de los teatros, vidas y reputaciones asoladas, en fin un auténtico aquelarre de disparates, la Santa
Inquisición que camina de nuevo, parafraseando un broma sobre el franquismo que
corría por España por aquellos años diré “ estamos en tiempos donde los hombres
por el simple hecho de serlo serán severamente juzgados, condenados sin remisión y duramente castigados en
consecuencia”.
Consejo. Si es Vd. importante y todavía interesado en el sexo, vaya vd.
a follar con Notario, para que pueda levantar acta de consentimiento paso a
paso “¿puedo tocarte así…?, ¿puedo hacerte esto o lo otro…?, ¿y si cambiamos de postura…?, y que pueda dar Fe
Pública del consentimiento de tu pareja o parejas si es una orgía, paso a paso.
Se evitará vd. muchos problemas con los tiempos que corren
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