ESPAÑA NECESITA URGENTEMENTE UNA REVOLUCIÓN


ESPAÑA NECESITA URGENTEMENTE UNA REVOLUCIÓN

“Todas las Artes producen cosas maravillosas, excepto el Arte de gobernar que solo produce monstruos”

Yo nací en 1942, cuando los tambores de Marte resonaban con más fuerza que nunca en la cruenta historia humana, en plena Segunda Guerra Mundial, -cien millones de muertos-, y pertenezco a esa esforzada pero muy afortunada generación española que a lo largo de nuestras vidas, ya muy avanzadas, no ha vivido en carnes propias la destrucción, las muertes, los desastres y dolores de una guerra.

Sin duda una auténtica excepción ya que raros son los países donde tres o cuatro generaciones hayan podido vivir sin escenarios donde la inseguridad, la crueldad y la sangre no hayan tenido el máximo protagonismo. Y la generación de nuestros padres, los que sufrieron la Guerra Incivil en todo su sangriento y terrible impacto, fue la que se enfrentaron después de tanto dolor y tanta miseria al tremendo esfuerzo de la reconstrucción de un país asolado, con un panorama internacional, además, muy poco proclive a ayudarles en ese esfuerzo.

Seguramente en la Historia de España jamás existió una generación como la de los nacidos entre el 10 y el 20 del siglo XX, nuestros padres, simples soldados, simples instrumentos en la Guerra Incivil, tan esforzada, tan trabajadora, tan cumplidora, los artífices del esplendoroso milagro de recibir de sus padres una España cainita y enloquecida, con todos los elementos para la confrontación civil que termino con un millón de muertos en la Guerra Incivil, mérito y responsabilidad de nuestros abuelos ya que todos los dirigentes sociales inductores y autores del desastre habían nacido en el siglo XIX y tengo para mí que nuestra Guerra Incivil fue la Revolución Francesa con un siglo de retraso como en España casi siempre hemos tenido por costumbre, ir detrás de la Historia, y esa fue la herencia de nuestros padres que ellos recibieron, y la herencia que de ellos recibimos ha sido una España donde el analfabetismo había desaparecido, la educación primaria era universal y el porcentaje de educación universitaria había, con creces, superado cualquier lectura histórica.

Y, además, les había dado tiempo para convertirnos en la novena potencia industrial del mundo, -no lo hemos vuelto a conseguir-, solucionar el problema endémico de la sequía mediante pantanos y pantanos, construir casi un piso por familia, y crear una red completa de asistencia sanitaria y una cobertura universal de pensiones.

Y lo más importante de todo: se había creado una amplia clase media, una clase media tremendamente sacrificada para bien educar a sus hijos y prepararlos para un mejor futuro y que habían conseguido con su esfuerzo unos niveles de bienestar como en este desgraciado país de ricos extremos y pobres extremos, históricamente y como en casi todas las Naciones, no había conocido nunca.

La sensatez social siempre está en las clases medias, son siempre el contrapeso a las locuras populistas de los que piensan que nada tienen que perder -lo que nunca es cierto  “ya que no hay situación por mala que sea que no pueda convertirse en mucho peor”, véase Venezuela-, y los que pueden pedir responsabilidades a las locuras de los políticos y a los abusos de las aristocracias económicas. La aristocracia de sangre tiempo ha que desapareció como poder social.

Y esa clase media fue la que permitió una transición sin muchos sobresaltos de una dictablanda -en los últimos años- a una democracia, el milagro de la Transición, ejemplo para el mundo. Un agudo observador ironizaba al expresar que “ni Marx ni Engels pudieren prever la rapidez con la que los proletarios se convirtieron en pequeños burgueses, en conservadores, en cuanto accedieron a un trabajo seguro, un techo sobre sus cabezas, comida en la mesa, un coche y casa en la playa”. Ya se sabe que “el Capitalismo representa el injusto y desigual reparto de la riqueza, mientras el Comunismo representa el justo reparto de la miseria”.

Como todos los jóvenes de la época tuve muy poco interés por las cosas políticas, estábamos en general en otras cosas, básicamente en las chicas y ver como sacábamos la vida adelante, no era fácil, si bien, en mi caso, he sido toda mi vida un lector voraz y exigente, no recuerdo en los últimos 72 años de mi vida un día sin mi droga diaria: la lectura.

Y como todos los jóvenes de la época éramos difusamente antifranquistas, en mi caso, tengo que confesar que no me parecía muy mal el Gobierno de Franco, y viendo la España actual mucho menos, era viajero desde muy joven, París y Londres todos los años con muy poco dinero pero mucha curiosidad, donde comprobaba las pocas diferencias en tipo y calidad de vida, bien es cierto que con el Norte de España, y muchos otros países exóticos con vidas muy poco envidiables, más bien todo lo contrario.

Pero entendí desde muy joven que un país no necesita padres, un país necesita Instituciones, los padres mueren o se vuelven locos o codiciosos o corruptos, ellos o su entorno, a saber, y por tanto las Instituciones son la única garantía de la continuidad de una vida social integrada, del buen funcionamiento social, de la supervivencia de una Nación.

No tuve la suficiente agudeza para completar el corolario inevitable y es que la importancia de las Instituciones depende de los hombres que las dirigen y así estamos hoy contemplando con asombro, con decepción y con dolor que la tan deseada, esperada y trabajada democracia española se ha convertido en un manicomio, en una dictadura populista peor que la franquista, una degradación de la vida social imposible de entender, manejada por una caterva de estafadores y ladrones sociales en todos las ámbitos de la vida pública, donde las únicas voces sociales que se escuchan son las de los demagogos, los nacionalistas de campanario, los violentos, y siempre a los estafadores y a los necios, son los que más gritan, y España se ha vuelto a convertir en el Paraíso de los tontos y de los ignorantes, y con esas virtudes y falsificando tesis puedes llegar a Presidente del Gobierno y volver a resucitar el Frente Popular.

Recuerdo un pensamiento de Albiac que me parece oportuno apuntar  “En cuanto a la política, tiene razón Pascal: la política es manicomial y siempre condena: a ser malo, a ser necio, a vivir de ser malo y de ser necio. No hay político/a que no descienda a los infiernos. A los cuales bajar, dice Virgilio en la Eneida que es sencillo. Y salir, imposible”.

Ese descorazonador y pesimista, pero certero pensamiento, no lo supimos ver nuestra generación, los hijos de los héroes hacedores de una España próspera y unida, y abrazamos enloquecidos una idea de la democracia absolutamente destructiva que como premisa fundamental creímos firmemente que la libertad sin reglas y sin límites era democracia en estado puro, lo que es una memez de tamaño gigantesco, y consentimos que tomaran cuerpo todas las gilipolleces ideológicas que una sucesión de tontos, demagogos e ignorantes nos iban proponiendo, muy especialmente todas las locuras de los partidos nacionalistas.

Consecuencia: la España que hoy contemplamos, la exaltación de los peor y de los peores, de la fealdad, de la inmoralidad, de la grosería, la corrupción, del enfrentamiento social, otra vez el fantasma de las dos Españas, un Partido Socialista especialista, salvo con Felipe González, en poner al frente a patéticos ignorantes, incapaces y estafadores sociales, caminando otra vez hacia el Frente Popular. Y, por si fuese poco, aparece Podemos, patrocinado por Irán y Venezuela, que es la tontería política más grande que los tiempos han contemplado, la revolución bolivariana en Europa, nada menos. ¿Nunca aprendemos nada?

¿Es para llegar a este desierto social, intelectual y moral políticamente hablando, a esta congregación de necios y demagogos, a estos políticos criminales sin patriotismo ninguno, a una corrupción legal y económica que invade la sociedad entera, unos nacionalismos periféricos absolutamente enloquecidos, una concepción del Estado Autonómico absolutamente inviable, unos políticos ignorante sedientos de protagonismo y capaces de romper la concordia nacional, social e incluso territorial, detrás de sus ambiciones de Poder, por lo que España ha trabajado tanto, tantos sueños, tantos esfuerzos, tanto sufrimiento? ¿Para llegar a esto? ¡Qué decepción!

Y si, inevitablemente, España necesita una Revolución. La revolución de la sensatez, del buen juicio, de la cultura, de la inteligencia, de la exaltación de los valores patrios, y volver a meter en las covachas a tanto indeseable que pulula como parásitos invasivos e insaciables saqueando la vida social y degradando a una gran Nación, nosotros, España. Necesitamos recuperar la dignidad nacional y las dignidad y responsabilidad de las Instituciones.

Decía un amigo mío ya fallecido, abogado en ejercicio, erudito en muchas materias, que la Justicia en España estaba para pegarla fuego con todos dentro y empezar desde cero. Siempre me pareció una butade resentida consecuencia de una carrera profesional no a la altura de su inteligencia -estaba despreciando a la única clase funcionarial con formación acreditada, base fundamental del sistema democrático- pero viendo el desarrollo de la pseudodemocracia española, de ver el rigor de la Justicia contra los buenos ciudadanos, la permisividad con los asociales, y como se pliegan y humillan ante los poderosos, y ante las ideas más gilipollas de la izquierdas ya no me sigue pareciendo tan butade y tengo que recordar con dolor el terrible vaticinio de Federico Jiménez los Santos que dijo “Los Jueces -muchos- se labran su porvenir por medio de sus sentencias”.

Si esto es así, aun cuando solo lo sea en parte, con la parte mejor preparada de la organización social ¿qué podemos esperar de la clase política que en buena parte no tiene acreditación ninguna en ninguna rama del conocimiento? “No tengo necesidad de pensar, mi ideología piensa por mí”.

Si para simplemente conducir un coche se necesita un conocimiento contrastado y una autorización gubernamental expresa, si nadie en este mundo entraría en un quirófano donde no estuviese profesionales titulados y acreditados ¿Cómo puede ser que pueda llegar a ser Presidente de Gobierno un individuo que ha falsificado su acreditación académica? ¿A esto hemos llegado? ¿A qué ignorantes absolutos solo con cara dura y determinación saqueen y mal gobiernen España con cuatro años de parálisis gubernamental por intereses electorales, en un mundo donde no se puede perder ni un solo minuto?  “El título de obrero es suficiente para ser Ministro”.

En mi trabajo Humanitas et Universalitas, propongo grandes utopías, propongo repensar la civilización humana, propongo algunos caminos de esperanza para la futura supervivencia de nuestra especie, en ese trabajo está toda mi atención. El mundo y la Humanidad me duelen.

Y en este blog que tanta pereza me está dando escribir, ya que  tengo escaso interés en los temas menores, y menos y sobre todo por tener que incidir en lo  obvio, repetir lo ya sabido oculto hoy en el vocerío de los tontos, pero como español que soy, España me duele en lo más hondo, no nos merecemos el fraude gigantesco que nos están haciendo la panda de facinerosos que nos mal gobiernan.

Necesitamos repensar España al completo.




    

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