ALEJANDRO LECQUIO

 



ALEJANDRO LECQUIO

 

Le veo de vez en cuando por TV y me resulta un tipo simpático al que sigo en sus exposiciones con facilidad ya que yo también tuve y “Pasó como un torbellino/ bohemia y aborrascada/ harta de coplas y vino/ mi juventud bien amada. A. Machado” un cierto interés por el mundo femenino, demasiado tal vez tal como él y tantos otros, los afortunados, y me hace mucha gracia cuando opina con mucha pasión y seguridad las noticias del llamado mundo del corazón, aunque creo que olvida con mucha facilidad su propia biografía cuando habla de los amores de los demás, pero que le vamos hacer, así suele ser la vida, y lo de la paja en el ojo ajeno.

Hoy sin embargo me ha causado auténtica lástima evidenciando lo difícil que es para todos navegar cuando el mar está embravecido. Y con el revuelo provocado por Ana Obregón, ciertamente las aguas están revueltas y él me ha dado la impresión de un pobre naufrago flotando agarrado a su silencio. Esperaba de él otra gallardía en esta situación, en la que, quiera o no, es protagonista. Y, además, en mi criterio, protagonista que tendría que estar muy  dichoso.

Entre balbuceos asustados hoy a dicho una cosa que me ha iluminado, creo, los motivos de sus silencios y de su cobardía. Ha dicho que él tiene una familia y que no quiere hablar de cosas ajenas a su familia. Pobre. Me ha dado pena, de verdad, estaba dando la espalda públicamente al milagro de tener una nieta. Y tú nieta no tendría que tener el Lecquio como nombre, da un paso al frente y dale el apellido de su padre, tú hijo, el tuyo.

Lo maravilloso de la Literatura es que vivimos por anticipado muchas situaciones que luego se presentan en la vida real.  Alejandro está hace bastantes años casado con una, parece, excelente mujer que se llama María Palacios, de la que no se conoce ninguna actividad ni virtud importante salvo su elegante discreción.

Imagino que estará pasando las penas del infierno, que compartirá y hará partícipe a su marido, con la explosión informativa del tema de Ana Obregón, antigua pareja de Alejandro y madre de uno de sus hijos. Esa situación ya la hemos vivido en Rebeca de Daphne Du Maurier, lo que pasa con la pobre María, es que sufre en grado sumo el llamado Síndrome de Rebeca, pero que no lucha contra un fantasma que le disputa el amor de su marido, María lucha y soporta la presencia de una mujer que por un motivo o por otro está todo el puto día en las portadas de las revistas, en la televisión dando hasta las campanadas del nuevo año, y por si faltaba algo, ha tenido que aguantar la tenebrosa y horripilante enfermedad y muerte del hijo de Alejandro haciendo tándem con Ana y, ahora, con el regalo con repercusión mundial de una nieta a su marido, donde parece que su marido ha participado mucho más de lo que quiere admitir. Lo normal es que esté hasta los mismos de esta situación y que este clima enrarecido sea el motivo de las inseguridades mostradas hoy por Alejandro que intenta salvar su matrimonio.

De veras lo siento, que un motivo de felicidad, esté siendo la causa de días infelices en vuestro matrimonio, suponiendo que mi análisis sea acertado, lo que es mucho suponer.   Soy plenamente consciente de que consejos no pedidos ni pagados ni agradecidos, pero dejarme daros algunos, para no hacerlos caso, como es natural, pero si os sirven para algo eso que tenemos.

María, a determinadas edades todos tenemos historias para dar y regalar, cuantas más cuanto más hayas vivido. Y, por tanto, cuando tomas pareja la compras al completito con todas sus historias al completo, las pasadas y las futuras por asociación. Y si miras para atrás estás jodido, tú solo te puedes volver loco. Y, ciertamente, no puedes decir en ese sentido que no conocieses las de Alejandro, fueron portada de revista durante años y sigue con una exposición permanente en su programa de TV.

Yo te haría el siguiente planteamiento, la situación es complicada pero tu marido duerme contigo, vive contigo, es tuyo. Consérvalo sin reproches ni agobios. Ayúdalo, protégelo, conserva la paz y la serenidad de tu casa, acepta a la nueva nieta de tu marido como otro más en la familia, tenla en tu casa todo lo que puedas  y recuerda que tú has elegido un hombre muy interesante como esposo, que socialmente estaba y está en la boca de todos y que si vas a dejar algún recuerdo  de que alguna vez has existido es por la persona con la que estás casada. No puedes decir que no te haya dado una vida interesante.

Alejandro, tú eres mucho más hombre de lo que estás estos días demostrando. Da un paso al frente y di que sí, que tuviste una amor importante con Ana Obregón, que tuvisteis un hijo magnífico que has perdido lo que ha supuesto la mayor tragedia de tu vida, que Ana es una grandísima mujer a la que agradeces que haya salvado para los dos la línea genética de tu hijo, y que le darás la mayor cantidad de amor que puedas a tu nieta. Da la bienvenida como procede a tu primera nieta y da gracias a Ana y a la Vida. Tienes motivo para ello, los hijos y nietos son las cartas esperanzadas que mandas hacia el futuro, donde de algún modo estarás tú presente.

Dicho queda, y vosotros hacer lo que os dé la gana, pero es una ocasión magnífica para crecer como seres humanos.


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