BURT
REYNOLDS
Por una razón que no
sabes hay canciones que te acompañan toda la vida, recurrentes en tu memoria,
que vuelven a ti en los momentos más inesperados, sin ninguna razón lógica. Eso
me pasa a mí con una canción de una orquesta verbenera popular, en su
tiempo, de Barcelona, la Orquesta
Platería, que canta una triste pero elocuente poesía urbana del desgarro, obra del panameño
Rubén Blades, Pedro Navaja, incluida en su álbum de 1978 “Siembra”, sobre las vicisitudes
de algunos latinos en los barrios peligrosos de New York, poblado de esas
sombras de ojos ávidos que aparecen por las noches de las grandes ciudades,
buscando en el delito un resquicio de oportunidad que les permita sobrevivir
una noche más, para pasar el día a la espera de la próxima noche para volver a
jugar el mismo juego desesperado, y cuanto de sorpresivas desgracias en vidas
ya de sí desgraciadas y desesperadas, pueden esconderse en cada noche.
Disculparme el largo
preludio, al final os pondré la versión que yo amo de esta canción para los que
no la conozcan, y todo esto para recordar un verso que dice, como corolario,
“sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas, ay Dios”. Vaya que sí.
Pues justo es lo que me
ha pasado a mí, “sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas, ay Dios”, con la película The Last Movie Start, en España “La última gran estrella”,
dirigida por Adam Lifkin y protagonizada por Burt Reynolds, contando lo que
bien pudiera haber sido su vida real, su
biografía, estrenada en 2017, justo el año anterior a su muerte. Por muy poco
se perdió rodar con Tarantino “Once upon a time in Hollywood”, lo que hubiese
sido un fin de carrera fantástico, un renacimiento como en su día tuvo Travolta.
Allá por los setenta
era imposible ir al cine sin encontrarte una peli de Burt Reynolds en
cartelera. Un hombre guapo bastante inexpresivo facialmente, -su cara recordaba
algo a la de los indios norteamericanos-, pero sin duda el actor más popular
del momento. Yo vi bastantes de las más de cien películas de su filmografía. Y
no recuerdo ninguna. No recuerdo haber salido del cine nunca con sensación de
disgusto, eran películas fáciles y amables, pero tampoco con la sensación de
que había visto algo para recordar. En fin, cine serie B en toda su dimensión y
a lo largo de toda su carrera.
Y casi cincuenta años
después el deslumbramiento de esta película redonda desde todos los puntos de
vista, actores para el Oscar directamente, principales y secundarios, diálogos
inteligentes para la eternidad, una dirección en su conjunto absolutamente
impecable, muy difícilmente mejorable, en fin, en mi criterio la mejor película
sobre la nostalgia, sobre el adiós a la vida, sobre la comedia humana, sobre lo
efímero de la fama y de la fortuna, absolutamente inolvidable. “Hollywood te lo
da todo en un momento y te lo quita todo a mayor velocidad”.
¿De veras que este
actor inmenso es Burt Reynolds? ¿Nos hemos perdido durante casi cincuenta años
el talento inmenso de este hombre? ¡Qué desperdicio! Muy parecido con el actoricidio
–perdonar la palabreja- que estamos cometiendo con Kevin Spacey, tal vez el
mejor actor vivo de su generación. Hoy he escuchado un pensamiento muy oportuno "Al final vamos a juzgar al Homo Habilis con la moral de Me Too o con la de Black Lives Matter". Estamos alcanzando niveles de ignorancia y gilipollez absolutamente increíbles. No se puede analizar ninguna época histórica fuera del contexto social y moral de esa época.
Le preguntan al
personaje de Burt en la peli, más o menos, “¿Se dio vd. cuenta cuando abandonó
ser un actor de carácter, -como de Niro, Pacino-, ser un actor de personajes,
para ser un actor de películas de acción?” “No me di cuenta. Me equivoqué.
Ellos acertaron”.
Pues se equivocó muy
gravemente. Yo he visto El Irlandés, de Scorsese, otra película para la
nostalgia, para un relato de la historia negra y misteriosa norteamericana, y todos ellos, a pesar de los trucos de maquillaje, en esa película
han envejecido peor. Hay escenas en que están más cerca de los robots, chirrían
todos los engranajes, que de la naturalidad de las personas.
Mientras que The Last
Movie Start todo es vida, todo es naturalidad y todo suena a verdad. Todos los actores jóvenes están
a un altísimo nivel y Ariel Winter te roba el corazón, pasa de ser la hija que
nadie quisiera tener al mejor ser humano posible considerando su ambiente, su educación
y la procedencia, y eso lo consigue sin esfuerzo, sin salirse ni un ápice del
ambiente y de la educación de la que procede. Y eso es muy difícil, solo está al
alcance de muy pocas actrices, el poder conservar la esencia inicial del
personaje aunque cambie de registro pasando de odiosa a amada, de detestable a muy cercana. Por cierto, muy buena mano quién hiciese
los dibujos que aparecen como suyos.
Tal vez esté
magnificando mis sensaciones y mis emociones con respecto a esta peli. Creo que
no, creo que es un juicio bastante objetivo, dentro mi ignorancia sobre el arte
de dirigir películas, yo he sido siempre solo un espectador. Pero un espectador
con algún conocimiento en cultura literaria.
En cualquier caso tengo
que reconocer que a lo mejor el impacto tremendo que me ha producido esta
película, tal vez se deba a que estoy ya en esa edad donde las emociones te
golpean el alma como balas de cañón, y a que estoy en la misma fase de final de
vida que en la peli se narra, de que mi vida, en paralelo, en gran parte ha sido un
desperdicio sin haber sabido utilizar plenamente mis posibilidades, que a estas alturas comienzo a entender que he recibido y he mal disfrutado mucho más de lo que he sido capaz de utilizar, del balance de las
muchas equivocaciones y de algún raro acierto, sobre todo, tal vez, con mi familia, del sentido o del sinsentido de
lo vivido, del daño, más del hecho que del recibido, de los dolores causados,
más que de los recibidos, de los amores que desdeñé de mujeres que en mi juventud me amaron, en fin, como todos, "arrastrando la cadena/ que con mi vida me forjé/ eslabón por eslabón", y como Neruda, confieso que algo he vivido, y tal que como Groucho quiero
vivir eternamente o morir intentándolo.
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